“Una niña de 13 años se suicida en Murcia. Unos compañeros de curso la
llamaban gorda y fea”.
Ser gordo y feo, para
tales acosadores, es un defecto ofensivo e intolerable, al que hay que
vilipendiar y ridiculizar.
La gordura y la fealdad,
para ellos, deben ser perseguidas como instintos malignos.
O lo que es lo mismo, los
valores de belleza y esbeltez son supremos, y su ausencia merecen ser tratada
con más saña aún que la peste, pues si a ésta se la rehúye, se la aísla, al
gordo y feo se le persigue, echándole en cara sin piedad su contextura, como si
fuera una inclinación malévola.
Y actuando así, los
acosadores se comportan como inquisidores que condenan a sus reos a las
llamas del ridículo. Debe ser entonces
cuando se sienten plenamente realizados en su subnormal idolatría.