lunes, 31 de julio de 2017

IZQUIERDA-DERECHA

En términos aproximados, entiendo que la izquierda defiende una política progresista, mientras que la derecha sostiene una política conservadora.
            El ciudadano de derechas ve arriesgado transformar lo que funciona y le conviene, mientras que el ciudadano de izquierdas persigue el cambio del sistema vigente en aras de un beneficio más social y equitativo.
            Hay en la izquierda una reivindicación esencialmente ética, mientras que la derecha se aferra a posiciones de solidez utilitaria y funcional, siempre provechosas para un sector de la población más o menos pudiente. La peor suerte de la gran mayoría se tiene por natural. “Siempre ha habido ricos y pobres”.
            Y en la secular dialéctica entre ambos contendientes,  la izquierda se alza de manera natural con un halo de justicia y equidad, quedando la derecha un tanto vergonzante, si bien le queda recurrir al santo amparo eclesial.


            Pero es seguramente mucho menos conflictivo profesar de derechas que de izquierdas, donde la conciencia de pureza obliga por encima de toda opinión que pueda oler, si quiera remotamente, a derechismo. Ser tachado de derechista produce pavor. Antaño cundió también el irracional orgullo de los “cristianos viejos” y de la “pureza de sangre”.