martes, 29 de mayo de 2018

REGRESO

Mañana, día de votación en el Ateneo de Madrid para renovar la mitad de la Junta de Gobierno. Estoy en la Junta Electoral, que tiene la obligación de componer la mesa. Es temible el escrutinio de estas elecciones, que puede prolongarse hasta después de medianoche. Me aterra la perspectiva, pero conservo la esperanza de que haya suficientes voluntarios –somos cinco junteros. ¡Cuántas horas se ha llevado la composición de mi blog en los últimos meses! Y las que me quedan, y es que veo importante colocar en ese escaparate toda mi obra de la manera más atractiva posible. Claro que antes ya había abandonado los asientos en mi diario, por pérdida de interés seguramente. Ahora siento que me renace de nuevo, y por otro lado lo veo un ejercicio muy constructivo y en ocasiones sustancioso. Vuelvo bastante rendido por la fiebre del heno, me ha dado este año más fuerte que nunca, y vuelvo con algunas alegrías apagadas. Con decir que ya me he sacado por fin el abono transporte para jubilados. Soy un jubilado, un sujeto de la tercera edad, por poco que me guste admitirlo. 

sábado, 12 de mayo de 2018

TE VEN

Peatón, me estoy acercando a un bordillo, dándole vueltas a alguna nimiedad. Enfrente, el semáforo está verde para mí, puedo cruzar, arranco, pero me detengo para girar la cabeza a la izquierda por precaución, y allí veo alguien que me está observando fijamente: un paciente conductor al volante. Está claro que desconfía de mi evidente falta de resolución. Me ha visto como yo no me veo, como no quiero verme, como empiezo a temer que me ven.

miércoles, 2 de mayo de 2018

SORDERA

Veo venir coches a lo lejos y me parece que se acercan empujados por el viento. Ya próximos, me regalan un ruido blando, amortiguado: el sonido tarda en acompañar a la visión.
Desde el parque que bordeo me llegan unos continuos estampidos amordazados: están paleando una pelota contra un frontón unos muchachos.
Ya he consultado al otorrino; a dos, mejor dicho. Uno me dice terminantemente que necesito llevar audífono. El otro me ha aconsejado hacer vahos de eucaliptus.
Mientras tanto, como desde hace varios años ya, pero ahora con más fecuencia, me llegan cartas de -"centros audiológicos" y similares-, advirtiéndome de los perjuicios de la sordera: aislamiento social, contratiempos cotidianos, pérdida de memoria... Últimamente ya con los precios de las audífonos, más consulta y seguimiento. Hasta hace poco rompía esta publicidad con malhumor: me tenían fichado por edad y esperaban puntualmente el deterioro de mi facultad auditiva. Ya parece que el cazador tiene a tiro su presa.