viernes, 19 de julio de 2013

Sonreír

Tengo aprendido que hay dos clases de seres humanos: los que sonríen y los que les cuesta, o no saben o no pueden sonreír. El desarrollo tecnológico y el auge consumista se me aparecen como inversamente proporcionales al florecimiento de la sonrisa. Los aparatos electrónicos más o menos inteligentes sustituyen a la relación entre los ciudadanos. Se sonríe menos porque hay menos trato. El autoservicio de los establecimientos prescinde de empleados y por tanto de potenciales sonrientes. La sonrisa se regalaba al cliente. Comprar se agradecía con una sonrisa; era un obsequio que se daba con el cambio. La sonrisa más gratificante, la que producía y produce más placer, la que desprendía intensos aromas, la de las perfumerías.</p>

1 comentario:

  1. Muy hermosa y profunda su escritura. Hoy día me sirvió de consuelo y fuente de sonrisas leer este escrito.

    Mucha salud y años venideros de deleite en la escritura.

    María

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