martes, 25 de marzo de 2014

SUÁREZ EL HECHICERO

Qué ventaja para convencer -y vencer-, el haber nacido con una voz armoniosa.
Una figura apuesta es otra llave que abre muchas puertas.
Como también un rostro agraciado; no digamos hermoso. La hermosura, la belleza es un don de los dioses.
Y está también la sonrisa, que puede actuar como un rayo sublimininal, como un hechizo de eficacia demoledora.
Ese arma, la sonrisa, la poseía Adolfo Suárez en grado superlativo, aparte de otras prendas de diverso género.
Quien o quienes señalaron e impulsaron la designación de Suárez para llevar a cabo la metamorfosis de la dictadura franquista en una democracia, conocían muy bien las dotes del personaje. Y es congruente pensar que también estaban tocados por su personal hechicería.
Qué revelador es repasar antiguas fotos de Adolfo Suárez, cuando estaba en todo su apogeo. El brillo y la seguridad cómplice de su sonrisa casi desbordan la imagen impresa. Y es medida del encanto, el efecto que se ve reflejado en los rostros de sus interlocutores. A Dolores Ibárruri y a Santiago Carrillo, personajes tan recios y encallecidos por miles avatares políticos, patentemente los hechizó.

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