A estas alturas no es concebible que Molina objetara la elección de una mujer para el cargo, pero sí parece que lo del glamour le pareció cuando menos una banalidad.
Entonces, la preferencia del ex ministro podría ser, por un lado la de un caballero como él, o bien la de una chica sin glamour. Pero ¿por qué? ¿Es que el el glamour es una tara para ser ministra?
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