Para la modélica familia pepera, Rubalcaba era un azote sádico, un enemigo odioso, pérfido, que en su beligerancia no descansaba. Nombrar a Rubalcaba era nombrar a Satanás, pero de pronto, este parecer ha cambiado. Y es que Rubalcaba ha dimitido de su puesto de secretario general del PSOE, en vista de los malos resultados obtenidos por su partido en las elecciones europeas. Y ahora entre los líderes peperos se oye decir que ha sido un gran parlamentario, un verdadero hombre de Estado y un político respetable.
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