Surgen voces. No se oían por esta calle. Ahora, sí, en agosto. Ahora se destapa que los transeúntes en compañía, hablan, y que sus voces las captan los que caminan próximos.
Por la calzada, apenas coches: ¡Ya, es que estos tapaban las voces de los viandantes! Y también el ruido de sus pasos, que también ha vuelto, nos habíamos olvidado.
"Cerrado en agosto", se lee una y otra vez sobre la persiana de algunos comercios. Supone una incomodidad para los ciudadanos que no se han marchado de vacaciones. Son también una nueva ocasión de negocio: "No cerramos en agosto", puede leerse de cuando en cuando.
En las terrazas, por la mañana, los castizos se regodean con sus churros, delicioso disfrute de los años juveniles, entronque con los años de frescura y plenitud, rato de convivencia con el imposible siempre.
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