Hoy es domingo y la panadería de mi vecindad estaba cerrada, así que la diaria barra de pan he ido a comprarla a un cercano supermercado. Yo mismo la he cogido de una cesta, me he puesto en una pequeña cola, la he colocado sobre el mostrador de la caja, al poco el dependiente la ha pasado frente a no sé qué sensor, ha sonado un pitido, le he puesto delante un euro y me ha dado un papelito y unos euros, Ni una palabra él, ni una palabra yo. Mañana entraré en la panadería, intercambiaré un "buenos días" con el panadero, y quizá algún comentario baladí sobre el tiempo, o me preguntará si quiero la barra más o menos tostada, y desde luego me deseará que pase un buen día. En fin, el trato más o menos cordial del pequeño comerciante, especie en desaparición, frente al empuje de los "super".
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