viernes, 26 de abril de 2013

¿Rendición?

La primera vez que en un vehículo público alguien me ofreció su asiento, me quedé anonadado; no me lo podía creer. Mejor dicho, me resistía a admitir que mi imagen  ofreciera el menor signo de senectud. Luego, espaciadamente, el  gentil ofrecimiento se
ha ido reiterando, respondiendo yo siempre con hosca gratitud, y nunca aceptando.
Hasta que esta mañana en el autobús un joven se ha levantado y me ha preguntado: “¿Se quiere usted sentar?” Y entonces yo, ni corto ni perezoso, he ocupado su asiento. Estoy preocupado.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario