martes, 10 de marzo de 2015

LA OTRA INTELIGENCIA

A marchas forzadas surgen aparatos, dispositivos y servidores cada vez más inteligentes.

El desarrollo de la electrónica, materia gris de todos ellos, es tan vertiginoso que el artilugio que hoy es un portento, mañana ya es torpe comparado con el que le sucede.

Básicamente, la maravilla de muchos de estos aparatos consiste en hacer por sí mismos operaciones que la inteligencia individual, la del ser humano, resolvía por sí misma con más o menos complejidad, precisión y rapidez.

Nada que ver con las portentosas operaciones que al instante pueden realizar los instrumentos robóticos disponibles en el mercado, manejables con botones y obedientes hasta a la voz del usuario. 

Para las generaciones formadas en la manualidad y la aritmética básica, el manejo de los artefactos robóticos supone -a la vista está- la adquisición de unas destrezas demasiado tarde sobrevenidas.

Cuanto más joven el usuario es, más fácil le resulta familiarizarse con la "otra" inteligencia, al tiempo que se ve aliviado de usar la suya propia, la inventiva, el esfuerzo personal y el razonamiento. Pero por su facilidad para aprender todo lo nuevo, los jóvenes constituyen el gran capítulo de los listos en el manejo de las nuevas tecnologías. El capítulo de los torpes lo forman los mayores, arrinconados en un limbo donde se oxidan las destrezas que aprendieron, que emplearon, pero que la nueva tecnología ha desfasado.

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