viernes, 29 de abril de 2016

RELEER

            No es raro oír a gente veterana ilustrada que, a partir de cierta edad, se relee más que se lee.
            Es decir, se goza más volviendo a aquellas páginas que nos encandilaron en nuestros años vitales, que sumergirnos en nuevos libros, en obras recientes.
            Personalmente, yo he evolucionado en ese sentido: libros que para personas más jóvenes son sensacionalmente novedosos, a mí no me terminan de entusiasmar; más o menos explícitamente siento que tal fruto literario ya lo tengo básicamente incorporado a mi conciencia lectora. Viene a ser música ya oída.
            ¿Puede condicionarme un encallecimiento de mis facultades para apreciar nuevos rumbos?
            Sin duda; en algunos casos he terminado por admitirlo.
            Y a la inversa, he experimentado que no sigue siendo oro todo lo que  en los años de juventud relucía. Obras que entonces me arrebataron, y a las que en esta época he vuelto, me han producido una gran decepción. Esto también hay que decirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario