viernes, 11 de noviembre de 2016

TRUMP



Su nombre suena a “trampa”, y en su ideario me parece que hay por lo menos una trampa.
Trump “vende” medidas muy concretas más que ideas.
Durante muchos días las fue soltando,  dando alimento a los medios de comunicación internacionales. Casi todas han sido chocantes, impactantes, con infalible efecto publicitario. Y logró así motivar, ya en pro, ya en contra, tanto a gente sencilla como a personas de sólida cultura y, por supuesto, a los profesionales de los medios de comunicación.
Personalmente, yo he escuchado más bien poco a Trump, y siempre con desapego. Tampoco mucho a Hillary Clinton. Confundiendo la realidad con los deseos, siempre creí que ésta ganaría y que Trump terminaría desinflado y vencido.
Pero no he podido permanecer del todo ajeno a la enconada competición, de modo que uno de estos días pasados frente a un informativo de la televisión, oí, creí oír a Trump encomiar y prometer el American dream.
¿Quién no sabe lo que es el  American dream, el “sueño americano”, o la plena igualdad de oportunidades, la posibilidad de que todo hombre o mujer pueda llevar a cabo la empresa que le ilusiona? El “sueño americano”, o la igualdad de oportunidades, una sociedad sin privilegios ni taras para la iniciativa individual.

Oyendo a Trump, sin embargo, me pareció que daba su vuelta de tuerca particular a aquel ideal. No subrayaba tanto la sociedad en su conjunto, como el que usted, cualquiera, todo el que se ha quedado en la cuneta, que ha perdido el tren, que ha fracasado, va a poder rehacerse ahora y alcanzar el sueño frustrado. Qué prodigiosos regalos de un Papá Noel anticipado.

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