José Siles Artés
Miércoles 3-1-2001
La alarma de las “vacas locas” sigue
aumentando. Hoy nos enteramos que en Castilla y León se han detectado dos
casos. ¡Y aquí estábamos libres de este problema!
He aparecido por el Ateneo al cabo
de no sé cuántos días. “Te habíamos puesto falta”, me dice Emilio de Castro. He
escrito un par de folios de lo que puede ser la leyenda garruchera que me pide
Federico Moldenhauer.
Lunes, 8-1-2001
La famosa Ley de Enjuiciamiento
Civil, esa que está pensada para agilizar la administración de la justicia,
entra en vigor, pero El País se queja
de que no se han provisto medios para su aplicación.
Martes, 9-1-2001
Y la disputa sobre el futuro AVE
levantino termina con un desenlace feliz para todos. Este ferrocarril que unirá
Madrid con Valencia pasará también por Cuenca, Albacete, Alicante y Murcia, y
prestará servicio también a Toledo.
Tendría que haberme dejado caer por
la tertulia de los martes del Ateneo (la de Amadeo Aláez), pero me apetecía más
trabajar en casa. El lunes estuve en la tertulia de Bellas Artes (la de Rafael
Flórez; cada tertulia tiene un líder); había quedado citado allí con Jaime Valentí.
Jaime quiere que colabore con él en la promoción de actividades culturales de
la Fundación Pérez Galdós, de la que es el secretario. Me lo ha propuesto de
una manera indirecta, pero no le he dicho ni que sí ni que no; más bien no me
he negado a echar una mano si es necesario. Otra cosa sería meterme en faenas
absorbentes.
Viernes, 12-1-2001
Yo no tenía pensadas esas palabras
al principio. Argumentaba mientras comía con Eduardo Valenzuela y con Pepe
Lamadrid que nuestra generación -la de los niños de la guerra-ha sido
justamente rotulada como la “generación inocente”. ¿Por qué? Porque se nos
ocultó el pasado inmediato. Se nos enseñó a los literatos del 98, pero no a los
del 27. En historia no digamos: se nos instruyó muy bien en la época imperial,
pero ignorábamos todo o casi todo lo que verdaderamente había pasado en los
años veinte y treinta. Por los comentarios de mis dos amigos percibo que no
están captando mi mensaje (Eduardo, especialmente).
-Bueno, yo como me eduqué plenamente
en un ambiente de derechas, donde no se cuestionaba su legitimidad.
-Que no quiero decir eso, que lo que
quiero decir es que en nuestra formación hay un gran vacío, y eso es un robo,
una mutilación... O dicho de otra manera, con nosotros se ha cometido un
genocidio cultural, que no han sufrido los que tenían diez años más, porque
estos eran hombres y conocían las circunstancias que habían precedido a la
Guerra Civil.
-Totalmente de acuerdo, genocidio
cultural, es verdad -afirma Lamadrid.
Menos mal, siento el alivio de
haberme hecho entender. Quizá es que la manera más fácil sea la de usar
palabras de acento dramático. Pero yo ya estoy desatado, y durante el café me
desfogo trazando perfiles verbales más o menos discretos de personas del Ateneo
y del Gijón que conocemos. Lo justo habría sido empezar por mí mismo.
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