Sábado, 13-1-2001
PAZ
Y PERDON.
Por la tele he visto una
manifestación convocada por los obispos de Navarra y Álava pidiendo el cese del
terrorismo y pidiendo perdón por no haberse solidarizado más con las víctimas.
Vi cómo la gente se daba la mano y se besaba después del acto. Escuché algunas
palabras obispales. Mañana leeré con atención lo que diga el periódico, pero mi
impresión es que no terminaban de cruzar el charco de la ambigüedad.
VALOR
es el que han demostrado un y una
guardia urbana para detener a dos terroristas de ETA, también un hombre y una
mujer, en la madrugada del jueves en el Paralelo de Barcelona. Pero lo pintan
como que uno de los agentes se acercó cortésmente a la ventanilla del coche
sospechoso a pedir los papeles y que acto seguido encañonó al conductor. Para mi
que el agente no ha podido actuar con tanta temeridad. Más convincente me
parece que se haya acercado con la pistola en la mano, cubierto además por el
arma de su compañera.
IMPUESTOS.
Ojeando El Mundo -del que no soy lector-mientras tomo café en el hotel El Prado,
junto al Ateneo, me entero que el
Gobierno proyecta darles más facultades recaudatorias a las autonomías,
incluyendo el que puedan fijar cuantías. Esto parece que no les agrada por
impopular. Les es más favorable que el Gobierno haga de malo y ellas limitarse
a poner la mano.
TERREMOTO
espantoso en El Salvador, de 7,6 grados Richter de magnitud. Hasta hora,
cientos de cadáveres recuperados y pueblos destruidos.
ANTONIO
ESPINA.
En el museo Lázaro Galdiano, presentación
de dos libros de este escritor, padre de Jaime Valentí, que es quien me ha
enviado la invitación. Los títulos son Poesía Completa y Prosa Escogida,
publicados por la Fundación Santander Central Hispano. Preside Luis Alberto de
Cuenca, a quien se le ve muy a gusto con su papel de valedor y rescatador de un
escritor del canon de la literatura española, hoy relegado. Cuenca habla con
sencillez, pero en “dómine”, y yergue el busto como para un retrato memorial.
Creo que ha disfrutado interviniendo en un acto netamente literario. Se sentaba
a mi lado Paulino García Partida, quien conoció y ha leído a Antonio Espina. Yo
ya tomé parte en un homenaje que se le hizo en el Ateneo cuando estaba en la
Junta, pero creo que ha sido hoy cuando creo que me he percatado algo del tipo
de literatura que escribía. Paulino me ha recomendado Luis Candelas. Lúcida la
exposición de la profesora Gloria Rey, pero ¿por qué se empeñan algunos
conferenciantes en leer lo que tienen escrito? ¿Por qué no lo dicen? Lo
estropean todo. La actriz Esperanza Alonso nos dio unas magistrales lecciones
de declamación, que no iban bien para el caso. Habría sido mucho más apropiado
leer con claridad y sencillez tanto la poesía como la prosa. Pero hay gente que
la sencillez la considera vulgar. Luego, el séquito habitual de Jaime y Amparo
nos acomodamos en un bar a tomar unas croquetas, unos calamares y unos vinos. Paulino sabe mucho de Azaña y
de la República, por su padre y por lecturas, y como yo estoy ahora en ello
pude meter baza en igualdad. Paulino es también un fino lector de narrativa - ¡Un
catedrático de veterinaria!
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