sábado, 4 de abril de 2020

JUAN ANTONIO DEVLET

ha muerto, una de las miles de víctimas del implacable coronavirus, que hace de las suyas por todo el mundo. En su caso, también se da la muerte en soledad, como la de tantos y tantos otros: no tenía familia ninguna. Fue evacuado de su domicilio en muy mal estado, y durante varios días debió luchar entre la vida y la muerte. Juan Antonio era belga de origen, también libanés y español de adopción. Se dedicó a la enseñanza y, ya jubilado, llevó una asidua vida social, participando constantemente en tertulias y actividades culturales y dando conferencias. Frecuentaba el Ateneo de Madrid, donde yo lo conocí, el Café Gijón y otros círculos. Yo lo veía en una periódica comida de antiguos ateneistas. Entendía de política con una visión global y se sentía afín al budismo. "Era un hombre bueno", como muy acertadamente ha comentado una buena amiga suya.

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