lunes, 17 de agosto de 2020

AMISTAD VERGONZANTE

Mirando hacia atrás en el desarrollo de la personalidad, parece incuestionable que la ideología (para decirlo brevemente), es un sentimiento que está ausente de la mentalidad infantil. Los niños (quizá hasta bien avanzada la adolescencia) no son de izquierdas ni de derechas.
            Se pierde la inocencia, se evapora la magia, se aprende que los Reyes Magos no traen los regalos de Navidad, y quizá a partir de ahí queda el terreno abonado para que, lentamente, muy lentamente al principio, el desarrollo ideológico del joven vaya conformándose a la manera de lo que oye y ve en el comportamiento de los padres.
            A los 16 o 17 años puede ya un chico o chica sentirse apasionadamente afín a un determinado partido político y hasta participar activamente en sus actividades. El origen de algunos líderes sobresalientes puede rastrearse hasta esa temprana edad.
            A diferencia de la ideología, la amistad puede brotar en la infancia, para luego continuar (o no), hasta cualquier tramo del recorrido de la vida. Puede la amistad ser más o menos profunda y su pervivencia siempre depende de una mutua aceptación, El amigo es alguien a quien se quiere en sus virtudes y en sus defectos y, naturalmente, tanto por lo que compartimos como por lo que no compartimos.
            Y es en este último extremo donde resalta vivamente el conflicto, el dramático conflicto entre amistad e ideología. Tener un amigo de ideología contraria puede producir vergüenza, irritación, desprecio y temor, entre otros sentimientos negativos. Lo raro, lamentablemente, suele ser aceptar sin  reservas al amigo situado en la vertiente política contraria.

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