martes, 15 de septiembre de 2020

¡CHAPEAU!

 

           

            Ojeando hace unos días el periódico, vi varias fotos de una familia de clase media en los años treinta del siglo pasado. Y todos, varios hombres y mujeres, llevaban sombrero.

            Personalmente, en los años cuarenta, recuerdo que era bastante corriente el uso del sombrero en el elemento masculino; no así en el femenino, donde ya debía estar finiquitado, y en concordancia con ello puedo aducir el caso de una prima mía, madrileña, de profesión sombrerera que, terminó en el paro, para algún tiempo después emplearse de taquillera de un cine.

            Los años cuarenta vieron desaparecer poco a poco el sombrero de la cabeza de los hombres, como podemos rastrear por las películas de la época. Ah, por cierto, los gangsters llevaban siempre sombrero. Los cow-boys también, aunque su origen fuera otro.

            El sombrero daba respetabilidad, y lo llevaba la clase media y alta. La clase obrera no llevaba sombrero: lo suyo era la gorra y la boina, que todavía se usan, aunque más bien por parte de gente rural.

            En los interiores los hombres se quitaban el sombrero, se “descubrían” era la palabra. Alzando el sombrero se emitía un saludo muy cortés, y ha perdurado el gesto de pinzar con el pulgar y el índice  una supuesta ala de sombrero, para expresar respeto o admiración, que algunos acompañan con la expresión: chapeau!

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