DIARIO DE UN ATENEÍSTA
(2000-2020)
Prólogo
Este Diario comienza
con el año 2000, cuando deja de ser manuscrito para convertirse en digital. Y
se hace también más nutrido, porque por entonces ya gozaba yo de la jubilación: atrás quedaban
mis años de catedrático de inglés en sucesivos centros del país, el último de
los cuales fue la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de
Madrid. Hasta entonces había compaginado la docencia con mi vocación de
escritor, en la que a partir de entonces me concentraré, lo que de diversas
maneras se refleja en este diario. Entre ellas, mi frecuente participación en
tertulias más o menos literarias, como
en el Ateneo de Madrid, el Círculo de Bellas Artes y el Café Gijón,
principalmente.
En el Ateneo, del que me hice socio en 1957 y fui miembro
de su Junta de Gobierno en el período 1984-1097, mi vinculación es más
estrecha, más productiva, en forma de conferencias, mesas redondas, lecturas
poéticas y publicaciones propias.
En Bellas Artes tertulié principalmente por mi amistad
con el entrañable escritor Rafael Flórez, El Alfaqueque, madrileño de
pro y ferviente admirador de la bohemia literaria, que de muy joven, conoció en
los años treinta.
En el Café Gijón, tertulia Contra aquello y esto,
caí invitado por el poeta Aureliano Cañadas, hermano del destacado pintor
indaliano, Luis Cañadas: tres almerienses. Era el líder de aquella tertulia el
apasionado escritor Meliano Peraile, que había luchado en el el bando
republicano poco más que de adolescente. Esta tertulia transcurría durante la
comida, que tenía lugar en el sótano, “La cripta”, del café, y luego se
prolongaba en alguna cafetería cercana.
Con comida era también la tertulia de la Casa de Soria,
que ofrecía un autoservicio muy sustancioso y barato. Su líder era Rafael
Flórez, que compartía presidencia con el librero Manzano, de la calle Espoz y
Mina.
Toda aquella actividad la voy relatando, y también mis encuentros con personas más o menos famosas, comentarios sobre libros, películas, exposiciones, etc., anotando también de vez en cuando los hechos sobresalientes de la actualidad.
En estas páginas aparecen personas de diferentes
generaciones, aunque quizá sean más asiduas las de mi propia generación, a la
que englobo en la denominación: “Niños de la guerra y la posguerra”. Todos
fueron a la escuela de la República. Algunos, comenzada la Guerra Civil en
Julio de 1936, continuaron en la escuela del “Movimiento Nacional”, que a
partir de Abril de 1939, engulló también a los primeros. Luego, cuarenta años
de dictadura, y a partir de 1976, todos ciudadanos de una Monarquía
Constitucional.
Es
la primera vez que coloco en este diario los tres ceros de este segundo milenio
de la era cristiana. ¡Cuántos cambios desde el año 1.000! Para bien o para mal,
qué inquieta es esta sociedad, este mundo occidental. Yo he visto producirse
muchos cambios en mis casi setenta años de vida. Hasta finales de los cincuenta
tengo la impresión de que se avanzaba, pero por sectores; el grueso de la
sociedad se movía lentamente. A partir de entonces me parece que los cambios
empezaron a multiplicarse y a tener mucho calado en el conjunto de la sociedad.
En este momento, con el avance de la electrónica, la genética y otros saberes
está claro que entramos en otra fase innovadora que nuestros padres ni soñaron.
Domingo,
2-01-2000
Sigo
leyendo el libro II de La Arboleda Perdida; estoy cuando Alberti habla de la
celebración del centenario de Góngora. Desde luego aquel grupo de poetas se lo
montaron muy bien para consolidarse como generación importante. Sabían lo que
querían y supieron hacerlo. Estoy aprendiendo mucho de la literatura de
aquellos años. Observo la prosa de Alberti. Es muy fluida y centelleante. ¿Es
Alberti un poeta pintor? ¿Estriba ahí su principal talento? Talento que es raro
y genial. Pero ¿le falta por contra profesionalidad?
ASESINATOS
Al
escribir, más arriba, los tres ceros del nuevo año, he tenido la sensación de
algo solemne. En “Iriarte”, Ignacio nos cuenta a Ramiro y a mí este suceso de
los primeros momentos de la Guerra Civil. Esta ha terminado y dos vecinos del
barrio San Pascual se consultan sobre qué hacer. Uno es el peluquero y otro el
panadero.
-Yo
me voy a esconder a algún sitio.
-Yo,
chico, me voy a mi trabajo como todos los días. No tengo nada que temer.
Este
es el peluquero, al que aquel mismo día viene a buscar la Guardia Civil.
-¿Usted
es Fulano de Tal?
-Sí.
-Véngase
con nosotros.
A
las dos horas fusilado sin más. ¿Qué había pasado? Lo siguiente; un cura del
barrio San Pascual, un buen hombre, se vistió de paisano por miedo al estallar
la guerra. Por la calle lo detectan los milicianos y le ordenan:
-A
ver, enseñe las manos.
El
otro obedece.
-Esas
son manos de señorito.
-Soy
un trabajador.
-No
tiene Ud. callos en los dedos.
En
esto pasa el panadero.
-¿Conoce
Ud. a este hombre?
-Claro,
es mi cura.
A
las dos horas, fusilado.
Otra
anécdota de los mismos días. La madre de Ignacio es detenida por no haber dado
unos sacos a los milicianos. A la tarde se presenta el marido, pide verla, y
empieza a darle de bofetadas.
-¡Imbécil,
zorra! ¡Para que aprendas a colaborar con la clase trabajadora!
Demostrado
así que el padre de Ignacio es un amigo del pueblo, ponen a su mujer en
libertad.
He
estado toda la mañana aclarando estantes; me he desecho de muchos libros; es
consecuencia de ver limitado, muy concreto el futuro, o de saber que ciertos
trabajos o estudios ya no los vas a hacer. Me llamó ayer Pepe Fuentes, tan
afectuoso y parlanchín como siempre. Sigue con su composición de canciones y
aspira a vender a la Comunidad de Murcia la estatua que tiene hecha de un
poeta, filósofo (?) árabe murciano. Me dice que ha hecho una “operación”.
Sencillamente ha comprado el edificio de la Unión y el Fénix de Murcia, donde
vive. Y que ya no le interesa hacer negocios pues la farmacia le da suficiente
para vivir. Nos echaron de menos en Garrucha. Ayer tarde se me quedó grabado un
pequeño rifirrafe cuando volvía de dar un paseo.
-Ya
está bien de perros por las calles -rezongó un señor que casi tropieza con un
perro que llevaba una señora.
Esta
debió sentirse muy ofendida, porque se mofó del otro de la siguiente manera:
-Y
ya está bien de gruñones de la tercera edad. El buen señor debería estar a
estas horas en la cama con la manta eléctrica puesta.
¿Qué
me han traído los Reyes? Una carpeta de cuero, una brocha de jabón, unas
zapatillas y un cubilete portalápices, y un scanner a compartir con Ana.
Viernes,
7-01-2000
Las
vivencias de la juventud son las que dejan una huella profunda y fresca, y son
las que constituyen materia viva de inspiración para el artista. Las vivencias
de la edad tardía carecen de esa ternura. Es la época en la que mucho de lo que
vemos y vivimos es asunto ya experimentado y conocido. Pero las impresiones y
experiencia de esta época vienen a pesar de todo interés y emoción. Aunque no
dejen aquella marca honda. Artísticamente evocadas y plasmadas pienso que
pueden tener un gran valor.
Hoy,
primer día de la Tertulia de Escritores del Ateneo después de las Navidades.
Han estado Valenzuela, Rizo y Morón. Este cree cada vez más en las
posibilidades de la tertulia. Le convendría alguien importante en la mesa de la
presentación de su libro. Se baraja el nombre de Martín Gaite. Rizo opina que
lo mejor es abordarla, aunque no se la conozca.
Morón
opina que hay montones de escritores mejores que la mayoría de los famosos.
-Sí
-le insisto - han tenido la habilidad de darse a conocer; hay que reconocerles
ese talento.
Estoy
convencido de que -con raras excepciones- pasar a la historia de la literatura
requiere una buena dosis de esa habilidad más una calidad literaria que no
tiene que ser óptima.
J.L. Suárez: -Nosotros nos somos de partido, y por ahí no tenemos acceso a gente importante.
-Exacto.
-Entonces
habría que buscar otra manera de atraerles a nuestros actos.
-Queda
el dinero.
-¿El
dinero? -J.L. parece un poco alarmado.
-¿Por
qué no? ¿Es que una conferencia o la presentación de un libro no implican un
trabajo?
-Totalmente.
-Pues
¿entonces?
Él va poniendo pegas y yo rebatiendo. Es una larga porfía, y su última objeción es que pagar nosotros a un invitado podría verse con malos ojos por parte de la Junta de Gobierno. Y ahí queda la controversia, en la que yo he estado tenaz y terminante. Suárez lleva razón en que sería sobrepasar un tanto nuestros derechos de ateneístas. Estaríamos invitando “particularmente” a alguien de fuera. No sé. En cualquier caso tengo bien claro que como a nuestras mesas no se sienten “figuras” no tendremos gran proyección. Me estoy refiriendo a la “Tertulia de Escritores del Ateneo”.
Cuando salía ayer tarde para el Ateneo miré al buzón. Había una carta de la editorial Anagrama. No la recogí; no quería abrirla. Sabía lo que decía y no tenía ánimo para llevarme un sofocón. En la tertulia Guillermo García tocó su favorito tema de la Reconquista. Eso de que los nobles cristianos se refugiaron en el Norte no está tan claro, ni que los invasores fueran unos intransigentes y exterminadores. Hubo muchas alianzas de cristianos con árabes. Hay mucho mito en las crónicas de la Reconquista. De allí se pasó al abuso de los bulos por parte de la Iglesia. Meter una “bola” viene de “bula”, informó Amadeo. Y “está a la cuarta pregunta” procede de la Inquisición, aportó Antonio Guillén.
-¿Qué
significa estar a la cuarta pregunta?
-Ah,
no sé, pero ese es el origen.
Me
vine en el autobús con uno de los tertulianos, quien me habló de sus problemas
postoperatorios de próstata.
Hoy
he trabajado en el Ateneo -ayer lo hice en la Biblioteca de la Comunidad de
Madrid- y a pesar de estar con una cabeza esponjada y los miembros parados -no
había dormido suficiente- me han salido unas páginas en la dirección que quería
tomar. En casa, sobre la mesa, encontré la carta de Anagrama; la había subido
Fernando. Debía estar más fortalecido porque la abrí sin titubear; decía
exactamente lo que me imaginé: “tenemos exceso de original”. Se trata de mi
novela titulada Historia de guerra y posguerra en la que me inspiro en
mi infancia garruchera. ¡Yo que me creí que el libro iba a ser un bombazo!
Jueves, 13-01-2000
“Londres dejará en libertad a Pinochet”, decía El País de ayer. Las razones se basan en una supuesta deficiencia física que le impedía afrontar un juicio.
Me llamó ayer Paco Rodríguez Oquendo: Elena Catena ha aceptado con mucho gusto estar en la mesa de presentación de mi libro en la Facultad de Educación. Me van a apadrinar pues dos buenos críticos literarios. El juicio de Paco ya lo conozco por la presentación que hizo en el Ateneo, pero el de Elena puede ser otra aportación valiosa. Hasta ahora esta edición normalizada -la del Ateneo fue una tirada de copistería- no ha recibido lo que propiamente se llama una crítica literaria.
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