viernes, 25 de octubre de 2013

HUEVOS ROTOS

Pocos platos han hecho tanto furor en los últimos tiempos como los "huevos rotos".
Desde que empezó la moda, desde que supe de su existencia, me hizo gracia esta modalidad destructiva de un par de huevos. Pero me puse en guardia.
-Que no, que no, que están exquisitos-me venían a insistir varios amigos.
Me empeñé en no pasar por el aro, hasta que ya cansado de mi propia tozudez, me rendí.
Sí, muy buenos los huevos rotos, pero no más que los huevos sin romper, y posiblemente menos. Y es que todavía no he encontrado a nadie en este mundo que no se emocione ante un par de huevos fritos, el plato más clásico de los clásicos.
Pero había que reinventarlo, hacer que fueran dos huevos fritos y que no lo fueran; conservar su sabor, pero no su forma. Y así surgió esta genialidad comercial, esta chorrada, que engancha religiosamente. Menos a los raros impíos, escépticos, incrédulos como yo, que en cuanto vemos "huevos rotos" en una carta, salimos huyendo.

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