lunes, 2 de febrero de 2015

ESCÉNICO PUJOL

Jordi Pujol ha venido a declarar ante la juez que el dinero hurtado por su familia a los ojos de Hacienda durante décadas, no es un dinero suyo, sino un dinero dejado por su padre a la familia del propio Jordi Pujol. Por lo tanto él no llevaba la cuenta. Otros llevaban la cuenta. Y fueron sucesivamente tres, siendo el actual gestor, el hijo mayor.
Alegar ignorancia de un delito presuntamente cometido es una defensa normal, clásica, sobre todo cuando el juez anda escaso de pruebas palpables.
También es habitual desviar hacia otros la, digamos responsabiidad.   
No todos los declarantes, sin embargo, pueden hacerlo con la riqueza histriónica exhibida por el ex Presidente de la Generalitat, cuyos recursos expresivos nos recuerdan a los más grandes intérpretes del teatro y del cine. 
Particularmente variada, dentro de su errática articulación, es la extraordinaria facultad de emitir sonidos guturales mezclados con palabras. Todo ello acompañado de una quejosa mezcla de lenguas, catalán y castellano, sumamente eficaz para prender la atención de los oyentes sin decir nada categórico cuando le conviene.
Y no sería justo dejar de comentar su magistral aleteo de párpados, más el juego de los dedos de ambas manos gesticulando en comandita.
No son muy extensas ni próximas las escenas en las que el personaje responde a las preguntas de la magistrada, pero dada su calidad teatral, bien hará visionándolas con esmero el guionista o 
dramaturgo que aborde la escenificación de la vida de este personaje, que tantos años llevó la túnica de mentor y pontífice de todo un pueblo.

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