Qué caso tan
extraordinario es el de Manuel Valls. De muchacho se desarraigó de Barcelona,
su ciudad natal, y se asentó con sus padres en Francia, donde se formó y
desarrolló su vocación de político, llegando a ser Primer Ministro. Y ahora
regresa a Barcelona, donde desea residir y ser candidato a su alcaldía, en las
próximas elecciones municipales. Algunos dirán que es el clásico político
ansioso de poder y de figurar. Otros, sin embargo, lo considerarán un “animal
político” de primera magnitud y un recio luchador, con una gran pasión por la cosa
pública. Las dos calificaciones podrían también atribuirsele, ¿por qué no?
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