Miles de personas de
todas las edades han dejado su país natal, Honduras, han continuado por El
Salvador y Guatemala, han penetrado en
Méjico, y siguen caminando resueltamente hacia EE UU, donde quieren disfrutar
de una vida mejor.
La historia de la humanidad ofrece muchos ejemplos de
emigraciones de pueblos enteros hacia zonas más o menos pobladas, donde
encontraron asentamiento, llegando a mezclarse más pronto o más tarde con los
aborígenes.
Ahora mismo se están produciendo esos movimientos
poblacionales en distintos puntos de la Tierra. En América, como ya hemos
mencionado, y también en Europa, actuando de puntos de destino las regiones y
ciudades con alto nivel de vida.
Primordialmente
estas personas lo que reclaman es el derecho a vivir, a subsistir y constituir
y mantener una familia. Paralelamente hay también motivos sociales y políticos,
pero estos no parecen ser el motor principal, sino la fuerza arrolladora, la
necesidad primigenia e imparable de la especie de trasladarse adonde pueda
sobrevivir. ¿Hay razón más básica y justa que esta? Los EE UU tienen la
palabra.
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