domingo, 24 de noviembre de 2013

LA VOCACIÓN POÉTICA

Sentar plaza de torero es obviamente una pretensión complicada. Entraña,  además de dedicación, riesgo, sacrificios, valor, suerte, talento... Sentar plaza de poeta, por el contrario, es bastante simple. En lo material, basta con papel y pluma, escribir versos y recitarlos. El problema es que esos versos disten de ser tan buenos como el poeta se cree. Pero eso nadie se lo va a decir a la cara, y él va a seguir escribiendo versos convencido de su alto rango. Algunos sí que tienen talento para conseguir un premio, y a partir de ese momento ya se creerán dioses. En cualquier caso, y esto es asombroso, el afán por triunfar, la vocación, puede ser tan fuerte en el poeta mediocre como en el poeta dotado de verdadero talento.

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