“Ya sé que este artículo es inútil. Ya sé que
seguiremos escuchando a los locutores de la radio y la tele diciendo en
castellano Girona y Lleida después de haber dicho Nueva York y Londres, porque
alguien insensato les ha hecho creer que así muestran un gran aprecio por el
catalán cuando en realidad demuestran un gran desprecio por él, destruyendo de
paso el castellano”.
Así
termina el artículo, “¡Visca Cataluña, viva Espanya!”, firmado por el escritor
Javier Cercas en El País Semanal
(3-1-2016).
El
párrafo citado, que resume muy bien la totalidad del escrito, trae a colación
una disonancia que a cada minuto se produce en nuestros medios de comunicación.
En ellos, subrayo, porque en la conversación de la vida diaria entre hispanohablantes,
yo no oigo nunca decir “Girona” por Gerona, o “Lleida” por Lérida.
Y también
me pregunto: ¿Por qué esta tan gran fidelidad fonética concierne sólo al
catalán? ¿A qué obedece esa distinción?
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