viernes, 16 de septiembre de 2016

¡A VER SI LO REPETIMOS!

Llevamos cruzándonos en un paseo matutino de vacación veraniega, como siete u ocho años, y desde los primeros días nos saludamos e intercambiamos corteses, discretos diálogos más o menos circunstanciales.
Desde el principio él apareció con paso lento de convaleciente, tenaz y fiel a su diario ejercicio. Seguro que notaba benéficas compensaciones, aunque no fueran muy aparentes. No podría decir, la verdad, si su paso mejoraba.
Esta vacación, al final de la primera semana, lo eché en falta.
Pero reapareció por fin y, aunque su paso lleva ya plomo, se ha hecho el trayecto de punta a punta; como siempre; todos los días.
Se echó encima el final de agosto y en el diario cruce me dijo:
-Pasado mañana nos vamos-habla muy bajito y con cierta dificultad. Y añadió:
-¡A ver si lo repetimos!
-¡Eso, eso! ¡Seguro que sí!-exclamé jovialmente.
Y seguí mi paseo, pero un tanto taciturno. Porque -¡demonios!-mi paso no es el que era.

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