La
peque acaba de descubrir el gozo de echar a correr y, por el largo de la
estafeta de correos se divierte, con su madre protectora desganada,
acompañándola. Yo espero mi turno para recoger un certificado; suena en pantalla
un número y me voy al puesto indicado, el
6, pero oiga, que no le toca a usted, que yo tengo el 035 R, mire. Miro a la
pantalla y miro a mi ticket, que es el 036. ¡El 6 me ha confundido! Retomo la
espera y al poco pasa ante mí “el 035”, que me clava una mirada severa. Yo
ahora vuelvo la mía hacia otro niño que, al lado de su mamá, se apoya en el
mostrador de la estafeta, los pies sobre un patín. Disponen ahora de biciclos y
triciclos desde muy temprano los niños, lo que facilita a los padres el
llevarlos. Mi médico de cabecera se va de vacaciones en la segunda mitad de
agosto.
-El
turno de los pobres.
-O de
los sabios, doctor.
He
caminado mejor que otros días. ¿Ha sido por echar los pies hacia delante con determinación,
sin miedo a tropezar?
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