Ayer
estuve en el Ateneo de Madrid por la tarde; asistí al acto en memoria de Rafael Flórez, El Alfaqueque, al que me unía un gran
afecto. Lo conocí en el Ateneo a finales de los cincuenta o quizá a principios
de la década siguiente. Persona cordialísima, con una extraordinaria capacidad
de empatía y conocimiento del ser humano. Hoy percibo que supo conocerme a
fondo desde los primeros encuentros que tuvimos. Intervinieron seis o siete personas
en el acto susodicho, y quien más me gustó fue Pepe Bárcena, el camarero
escritor del café Gijón. Él retrató en detalle y con gran sagacidad el genio y
figura del Alfaqueque. Debió tratarlo mucho en la primera época de la tertulia
Contra aquello y esto del Café Gijón.
Es admirable la vocación y el talento de Pepe Bárcenas, quien como el
homenajeado, han carecido del respaldo y resortes de la clase media acomodada.
Estuvo bastante concurrido ayer el salón de actos del Ateneo. Era muy popular Rafael.
Personas de la “tercera edad” éramos casi todos. Ateneístas creo que éramos
pocos. La verdad es que su tiempo de implicación con la “Docta Casa”. queda ya
un tanto atrás. Rafael, un fuerte abrazo.
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