miércoles, 10 de abril de 2019

PALIZA ROBÓTICA

La llamada ha sido a un 900, números a los que tengo una instintiva prevención. El objetivo, dar de baja el servicio que me presta cierta compañía. Me ha contestado una voz robótica, totalmente indispuesta a entablar conversación conmigo y, en su lugar, he tenido que ir pronunciando una serie de palabras que la grabada voz me pedía articular. He salvado todas las barreras y, al final, albricias, ha sonado la clásica llamada telefónica, con sus tonos intermitentes, dejándose oír al poco una voz humana, que me ha hecho respirar con alivio.
            -¿Qué desea?
            -Darme de baja.
            -Entendido, pero tiene usted que llamar al siguiente número, yo estoy muy ocupado en este momento, señor.
            El número me lo ha dado mi interlocutor a una velocidad alocada y he tenido que hacérmelo repetir tres veces. Parecía este señor como poseído de la premura del robot citado. Y a continuación, llamada al número en cuestión, respondiéndome otra vez el implacable robot, con sus enlatadas preguntas. Sudando ya casi, he repetido mis respuestas, hasta que ha vuelto a entrar el intermitente tono tradicional, dando paso a una voz femenina:
-¿Qué desea?
-Darme de baja.
-¿Su número de identidad?
-¿Número de la última factura?
La tenía delante y he podido responder presto, y a alguna pregunta más.
-Muy bien, Sr. Siles, tomamos nota, y en un plazo breve quedará suspendido nuestro servicio, que tenga usted un buen día.
-Cuelgo y respiro hondo. ¡Lo conseguí! Pero estoy agotado, como si acabara de concluir los doscientos metros valla.

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