Voy caminando por
una ancha acera ciudadana, y me llama la atención una chica tirando de la
correa de un perro, que se niega a dar un paso. Es un perro joven, bien
cuidado, de pelo negro y mediana alzada. Me paro, la chica tira con moderación,
y repetidamente. La mascota permanece inmóvil sobre sus cuartos traseros,
incluso cuando la chica le ofrece una golosina, que rápidamente devora.
- ¿Pero por qué no
quiere seguir? -le pregunto a la joven.
- Porque no quiere ir a
la peluquería.
- ¡Ah! ¿Y cómo sabe que
va a la peluquería?
- Porque es muy lista.
- ¡Ah!
Perra vida.
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