Don
Plácido Arango, según leí ayer en El País, trasplantó el modelo de
comercio “Vips”, de Méjico. Mi conclusión, cuando entré en un Vips la primera
vez es que la plantilla venía de EE UU. Allí -¡hace sesenta años!-conocí los
drugstores, establecimientos modestos, una mezcla de cafetería, botica,
papelería y otros artículos útiles de la vida diaria. Los vips incorporaban
también esa diversidad, pero con reclamo de confort burguesón y acogedor, como
herederos también de las clásicas cafeterías. Digo “clásicas”, pero quizá
debería llamarlas “americanas”, o más bien “norteamericanas”, porque un buen
número de ellas llevaba el nombre de un “estado unido”: California, Nebraska,
Iowa, Montana … Pervivieron décadas. No sé si todavía queda alguna por ahí.
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