COMPRAR EL PERIÓDICO
Todavía
hay muchos ciudadanos fieles a la lectura del periódico cotidiano: entre la
población de mediana edad para arriba. Entre los jóvenes se ve claro que
prefieren la lectura en soporte digital, en el que ocupa un alto lugar teléfono
móvil.
Se
es fiel a un determinado periódico, como se es hincha de un equipo de fútbol.
Pero no se suele alardear de la adscripción, que implica color político, y por
lo mismo se trae cucamente doblado del quiosco el ejemplar recien comprado.
Han
cerrado muchos quioscos, y los que sobreviven es gracias a su situación
estratégica o a haberse reinventado, más o menos, en bazares. Por cierto,
cuántos cuadernos de pasatiempos deben vender. Parece una afición en alza.
Tengo oído que es muy recomendada por los médicos para combatir la soledad y la
melancolía.
La
prensa en papel ha ejercido durante muchos años una función comunicativa
determinante en el desarrollo y evolución de la sociedad. Sobre todo desde que
el analfabetismo entró en fase de desaparición.
Recuerdo
en mis años de adolescencia cuando los titulares de los periódicos los voceaban
unos vendedores callejeros. Y había prensa de la tarde, “con las últimas
noticias”.
Ah,
no he mencionado las “tabletas”. Estas pueden leerse cómodamente sentados en un
sillón. Quizá sean el mayor enemigo de la prensa de papel.
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