-Doctor, me duelen las rodillas, me duele la espalda, no duermo bien...-Sí, Dª Paquita, pero yo le digo que para su edad no puede usted quejarse... A lo mejor le convendría distraerse un poco más. Verse con sus amistades.
-¡Si apenas me quedan ya!
-¿Y sus hijos?
-Están muy ocupados, tienen su propia familia, me llaman alguna vez...
-¿Ve usted la tele?
-Mucho, pero termina por cansarme.
-Hay quien se compra un animal de compañía.
-¿Pues sabe lo que es una buena idea?
-Los pasatiempos, los juegos de palabras.
Y así fue cómo, al parecer, en los clásicos kioscos callejeros empezaron a florecer y multiplicarse los cuadernos de crucigramas, los autodefinidos, las sopas de letras, los sudocus y los cruzados, mientras las pilas de diarios de noticias bajaban. Claro que algunos kioscos, reconvertidos en bazar. venden ya también paraguas, bastones, juguetes, caramelos, pilas, bolígrafos...
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