Miro hacia atrás y me veo como alguien bastante diferente del que fui, en mi manera de ver el mundo y comportarme.
Eso se debe a los años, a la experiencia, se me dirá.
Qué duda cabe, la edad, el tiempo vivido, modifica necesariamente nuestro modo de pensar y de sentir.
Ahora bien, en los últimos setenta o setenta y cinco años han ocurrido tantos cambios medicinales y terapéuticos, que una gran parte de la población actual ha llegado hasta aquí gracias a ellos. Nuestros antepasados se fueron quedando por el camino a edades bastante más tempranas.
Y es así que las generaciones siguientes nos estamos beneficiando de tratamientos, operaciones y prótesis que nos apuntalan para llevar una vida más o menos plena de facultades. Yo no soy el animal que estaría doblegado por su decadencia biológica, sino una especie de "biorrobot", de "frankestein" aceptable.
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