Ayer, a la puerta del mismo organismo, me vuelvo a encontrar con mi admirado periodista, y
le hablo, entendiendo que me reconoce, ya que no es la primera vez que le
abordo.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Todos los días escucho su intervención por la radio. .
-Muchas gracias.
-Quiero decirle que admiro su sagacidad.
Un brillo de complacencia le aparece en los ojos.
-Muchas gracias.
-También me gusta su concisión y su independencia.
Otro relámpago ocular, y otra vez:
-Muchas gracias Y me da la mano y
reanudamos cada uno su marcha.
Y yo al rato empiezo a sentirme bastante imbécil.
Y yo al rato empiezo a sentirme bastante imbécil.
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