miércoles, 9 de octubre de 2019

LA FLORA PIJO

No está en el Diccionario de la Real Academia Española, edición, 2006, que es la que yo tengo encima de mi mesa, la acepción de "pijo" que utilizo aquí.
Los pijos a que me refiero (también "pijas", por supuesto), se notan en el vestir pretencioso y en el habla fantasiosa, perlada de delirios de grandeza. Hubo unas décadas de posguerra civil española en que los pijos pululaban por precisos barrios de las ciudades. Entre ellos se reunían, alardeaban de infladas grandezas, bebían y se emparejaban. 

 Pero ¿qué ha sido de ellos? ¿Adónde fueron a parar? Las luces de la democracia parece que los ahuyentaron. Abandonaron sus plataformas favoritas, ya hasta los hemos casi olvidado, aunque de vez en cuando los recordamos, porque algún pijo se ve todavía donde solía parar. Y no es que sean longevos especímenes supervivientes, pueden ser relativamente jóvenes, personas que no conocieron la edad de oro de su especie, pero que no obstante la perpetúan. El pijo es una flora que brota habiendo terreno abonado, y éste no falta en los barrios suntuosos con establecimientos más o menos lujosos. Se le distingue por algún exquisito elemento de su atuendo. La verdad es que puede dar color al paisaje urbano, su medio natural. 

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