sábado, 25 de noviembre de 2023

DIARIO DE UN ATENEÍSTA (4)

 Jueves, 27-01-2000

Tengo que felicitarme de que no me dé pereza ponerme cada noche a redactar esta página. Lo digo porque durante bastante tiempo tenía que vencer una resistencia, sobre todo cuando me sentía cansado. Pero hoy lo estoy y con sueño, y me ha complacido cumplir con este auto deber. Mañana, comida con compañeros del departamento que quieren homenajearme, amistosamente. ¡Qué pereza me da! Más bien es temor a salir de mi absoluto apartamiento de lo que fueron mis obligaciones durante tantos años. Es como volver a atarme por unas horas. Y también he de decirlo, convivir con mis compañeros como alguien que ya ni pincha ni corta y que ha dejado atrás toda significación profesional. No es que esto me frustre, es que es una nueva manera de aparecer ante ellos. Mañana de Cajas de Ahorro. Tengo que colocar de la manera más provechosa las pesetas guardadas. Me han estado explicando cómo invertir en fondos, en “cestas”, en sectores, en empresas, etc. Me han hablado de penalización y de fiscalidad, y de renta fija y de renta variable. Y de todo ello me he enterado de bastante poco. Llegué tarde al Ateneo y tomé café con J.L. Suárez y con Emilio. Meneu se me acercó, como de costumbre, para recordarme una conferencia. Tony salía con ojos de introversión. En cambio el andaluz Pepe Ibáñez iba risueño .

 

Viernes, 28-01-2000

Fue muy grato y cálido recibir el homenaje que me hicieron siete compañeros del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura De la Universidad Complutense ayer. Fue una comida en el restaurante El Buey de la Plaza de la Marina Española, donde compartimos mesa los que hace unos años nos sentábamos casi a diario en Casa Pepe, cerca de la Escuela Normal Pablo Montesino, hoy desaparecida. Todo transcurrió de manera muy natural y amigable; y Ana pudo sentirse como uno más. Miguel Pérez introdujo unas palabras en las que dijo que se me echaba de menos y me felicitó por ser “humano”, amigo, compañero y buen profesional de la enseñanza. No me desagradó ninguno de esos calificativos y me sirvió un poco para situarme en relación con el colectivo del que he dejado de formar parte. Sobre todo me percaté de que tengo allí un puñado de amigos a los que, me doy cuenta, no me apetece dejar de frecuentar. Fue un día claro, con un sol tibio metiéndose por las estrechas y frías calles de ese cogollo madrileño anejo al convento de la Encarnación y el Senado, todo para mí lleno de recuerdos y al que me gustaría referirme de manera específica en algún tipo de relación autobiográfica. Fueron nuestros anfitriones: Mª Luisa García  Bermejo, Chantal, Jesús Casado y Encarna, Miguel Pérez y Julita y Teodoro Álvarez. Ah, y hasta me regalaron un billetero y una bandejita de cuero para depositar las cosas que se sacan de los bolsillos. Yo también dije algunas frases. Me referí a que he encontrado una gratificante ocupación en la literatura, a que no me acuerdo de la enseñanza y a que la profesión docente da mucha libertad, independencia y buenas vacaciones para poder dedicar a asuntos propios. También aconsejé no tener prisa por jubilarse y que, para cuando llegue el momento, está muy bien contar con otra actividad .

 Sábado, 29-01-2000

En sábado por la mañana hay sin duda menos actividad en Madrid; me ha sido posible cruzar Velázquez con Alcalá por arriba. Menos frío hoy, y veo que hay bastantes comercios cerrados y más gente paseando perros. La c/ Conde Peñalver está en sombra a las diez de la mañana y el sol es una fosforescencia que adorna el extremo Sur. En Neptuno la fachada del Palace sí que está ya soleada mientras por todo el contorno hormiguean turistas . J.L. está especialmente gruñón hoy. Se han llevado el retrato de José Antonio Primo de Rivera. ¿Adónde? A Peinado le riñe por no pedir identificación a los lectores no conocidos –“tenemos muchos intrusos”. Peinado alega que ni lo sabe ni le incumbe. Veo que rehúye discutir con J.L. No lo había visto en esta faceta contemporizadora. Café con Emilio de Castro y J.L. Emilio me pregunta: ¿Vienes mañana? Le respondo que el domingo -como normalmente el sábado- es día de familia para mí. Este fin de semana tenemos el coche en el taller.

Cena con Miguel Aguilar y Maripaz. Querían oír cómo le había ido a Ana en Japón el verano pasado: ellos que le habían dado tantos consejos prácticos. El Japón ha sido el tema monográfico, con alguna pequeña cuña que yo he logrado meter. Estábamos en el restaurante Puebla, de Ventura de la Vega y, caminando al salir con Miguel, este me ha hablado de sus temores y que el PSOE sea arrastrado por Maragall a un federalismo y catalanismo disolvente. Lo he visto, me ha parecido, proclive al PP. Pero desde luego en todos los años que lo conozco -y son muchos- siempre se había manifestado de acuerdo con una postura de izquierdas. No han ido al teatro últimamente, ni tampoco han visto ninguna de las películas recientes. Ah, nos han hablado de la rehabilitación a que está siendo sometida su barriada (Mesón de Paredes) con cargo a fondos de la Comunidad 

Lunes, 31-01-2000

Ayer, en Bellas Artes, vimos Galileo de Bertolt Brecht. Me asombró la variedad de recursos dramáticos y escénicos del autor y la facilidad con que resuelve los desenlaces. La lengua, directa y diáfana. Gran actuación de Vicente Cuesta en el papel de Galileo; otros actores muy bien también; otros, desiguales. Creo que el lance de la prisión de Galileo, el último, resulta menos interesante que los anteriores. Allí, encontramos otra vez a Miguel Pérez y Julita y a Mª Luisa Gª Bermejo. Y a otros compañeros de la Facultad de Educación.

Martes, 1-02-2000

Le pido a Pepe Boñar consejo sobre cómo y dónde invertir el dinero que me han reintegrado del fondo de pensiones. Él tiene unos “banqueros personales” con los que le va bien y me da su dirección. Ha ganado ya algún dinero por este sistema, si bien lo que yo aspiro es a consolidar una discreta renta.

Me llama Paco Oquendo. Elena Catena se ha echado atrás. Renuncia a presentar mi libro -ya se estaban haciendo las invitaciones con su nombre- le parece anticlerical y guarro. Así de cerrada puede ser la mente de toda una “gran” profesora de literatura.

Con Pepe Boñar y Ramiro nos hemos planteado unas preguntas tan trascendentales esta tarde que no hemos sabido responder ninguna. En cualquier caso, sobre el misterio de la vida y el origen del mundo, ellos se remiten a una fuerza divina. Por su parte Pepe quisiera saber -si yo le he entendido bien- cómo se reparte la inteligencia y el talento.

Miércoles, 2-02-2000

El levantarme mal dormido lo pago luego hacia media mañana, cuando empiezo a sentirme como manteado. En la Biblioteca Nacional he ojeado varios libros más sobre el asunto “memorias”. El que más me va a valer es el de Moreno Villa, Los autores como actores. Distingue allí entre autobiografía y memorias. Su Vida en claro sería una autobiografía. Refiriéndose a La arboleda perdida de Alberti, piensa que es un “conato” de memorias. No comparto esa limitación.

Sigo la brega para encontrar un segundo presentador de mi Paseo del Príncipe. Esta doña Elena Catena, con su “espantá”, me ha hecho la puñeta.

Recibo de mi hermano Juan recortes de prensa en que se habla de mi libro. Ya los conocía todos menos una reseña de la tertulia indaliana en la que Bartolomé Marín me ve “en primera línea con dominio, ingenio y soltura literaria”. Gracias, Sr. Marín. Otro recorte incluye la carta -reseña de José Luis Colomer sobre la presentación del día cuatro, haciéndose eco de episodios del libro y al mismo tiempo señalando “la precaria puesta en escena” que tuvo.

Viernes, 4-02-2000

Vengo notando que ciertos reveses ya no me afectan con tanta fuerza como antaño. Ya no me hundo en el orgullo y en el desprecio.

Por la tarde, ayer, fui a la mesa redonda sobre Almudena Grandes. Presentador, José Esteban, al que había enviado un ejemplar de mi Paseo del Príncipe. Lo saludo a la puerta del despacho del Presidente.

-¿Qué tal? Vengo al acto sobre Almudena Grandes.

-Muy bien.

Varias frases más pero no alude a mi libro.

-Te mandé un libro.

-¡Ah, sí! Es verdad, todavía no lo he leído.

Le digo una tontería:

-No son para leer…

-Pues el de Los tranvías estaba muy bien.

Esto me da pie para echarle un anzuelo.

-Para el de ahora estoy tratando de organizar una presentación.

-Eso está muy bien-. Y se vuelve a hablar con otro. No ha querido picar.

Para la presentación, Esteban, muy ufano junto a la guapetona Almudena, dice cuatro o cinco frases insustanciales. Juristo destaca que después del tremendo éxito de Las edades de Lulú la escritora ha luchado por deshacerse de la etiqueta de escritora erótica. Eduardo Mendicutti -otro escritor erótico- proclama lo mucho que admira a Almudena y cuánto se han divertido en mesas redondas, cócteles y viajes. Todos la quieren mucho y ella los adora. Y ninguno ha mencionado ni señalado ni un solo defecto o fallo de su literatura. Tendrá que ser ella, con un insólito sentido del humor quien admita que sus últimos libros pueden ser indigeribles para algunos críticos y lectores. Nos hace un ameno resumen de la Odisea participándonos que, leída cuando niña, es el punto de partida de su vocación literaria. Almudena tiene todavía el cosquilleo de la juventud, con la risa fácil, y es generosa a la hora de explicar cómo hace sus novelas. Es una figura muy opuesta al plumífero endiosado y retorcido. Por esto los intervinientes en el coloquio se han sentido a gusto expresándose con la misma franqueza. La sinceridad suscita sinceridad.

Todo el día estuve a vueltas con encontrar el segundo presentador para mi libro. A Rafael Hernández lo abordé, pero los nombres que me sugirió, Meliano Peraile y Andrés Sorel, no me convencen. Hablé con Elvira Gangutia, tabla de salvación por nuestra amistad, y parece que ella, no otra persona que busco, me va a solucionar la papeleta. Esta mañana le he dejado un ejemplar en el CSIC, c/Medinaceli.

Comida de la Tertulia de Escritores, algo reducida hoy, y esta tarde asistiremos al acto de presentación de La Puerta Ojival de Paco Morón en el “Hogar Extremeño”

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